Producción del biodiésel

Antes de someter el aceite a los procesos de obtención del biodiésel, es necesario realizar diversas operaciones previas. El aceite debe pasar por un proceso de desgomado que se realiza con ácido fosfórico. Una vez finalizado este proceso, se lleva a cabo la neutralización del aceite mediante sosa.

Posteriormente, según los resultados de los análisis realizados en el laboratorio de la planta, si la cantidad de agua es superior a la necesaria tendremos que separar el aceite del agua mediante una centrifugadora de gran potencia. Por último, efectuaremos un lavado de este aceite con ácido cítrico y agua con la ayuda también de dos centrifugadoras, puesto que el aceite tiene que estar seco (debe contener entre un 0,1 y 0,3% de agua) para poder elaborar el biodiésel. A menudo los procesos de tratamiento final del aceite tienen lugar en el exterior de la planta y los procesos más especializados para la obtención del biodiésel se llevan a cabo en el interior cuando el aceite ya está listo para ser procesado.

En primer lugar, se somete este aceite a un proceso de transesterificación, en el cual se hidrolizan los enlaces éster de los triglicéridos y se obtienen nuevos ésteres con los ácidos grasos liberados en la hidrólisis y un alcohol sencillo que se utiliza como reactivo (normalmente se emplea el metanol y el etanol). Este proceso se realiza a una temperatura moderada, más o menos 60ºC, y requiere la presencia de un catalizador (generalmente sosa o potasa) y como subproducto se obtiene glicerina (que tiene una gran aplicación en el ámbito agrario, industrial, en medicina, cosméticos y alimentación).

Una vez separados, el biodiésel se somete a un lavado que podríamos considerar como un proceso de purificación. El proceso de lavado se realiza dos veces, primero con agua acidificada y seguidamente a partir de una columna que contiene resinas. Lo que pretendemos con este lavado es llegar a una humedad de 300 ppm, cumpliendo así con las exigencias de la normativa europea.